Hace unos días vivimos
los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo en la Semana
Santa. Desgraciadamente, la Iglesia el día de hoy está pasando por un momento
muy complicado: los errores, escándalos y condenas han hecho que mucha gente se
aleje de ella y la tenga en un concepto bastante negativo. Si bien, la Iglesia
Católica está constituida por seres humanos y que a lo largo de su historia ha
cometido errores y ha pasado por momentos difíciles que ha podido superar,
vemos que está sufriendo una condena injusta por parte de la sociedad.
Un ejemplo claro ha sido
los escándalos por actos de pederastia por parte de los sacerdotes, es un
delito que ha hecho mucho daño a niños y adolescentes. El asunto es que los
medios de comunicación y las redes sociales han maximizado la situación y
buscan oportunidades para juzgar y condenar a la Iglesia, de manera que la
sociedad generalice a todos los sacerdotes como violadores de niños, cuando
sabemos que no todos son así.
Si a eso le sumamos la fe no tan intensa que tiene mucha gente: ir a Misa los domingos por costumbre, la falta de iniciativa de pertenecer a un grupo o movimiento parroquial (porque implicará invertir tiempo y dejar la comodidad de lo rutinario), vivir los tiempos fuertes y las fiestas importantes sin darle un verdadero sentido, la apatía en apoyar ciertas causas; y lo más fuerte, si hay una falta de testimonio auténtico por parte del sacerdote, seminarista o las personas de los grupos, se desaniman y se alejan de ella. La Iglesia va cargando con una cruz cada vez más pesada.
Quizá una de las caídas
que ha sufrido nuestra Iglesia y una cruz muy pesada que lleva es la carencia
de las vocaciones sacerdotales y religiosas. La población va creciendo de forma
exponencial: se van creando nuevos fraccionamientos, nuevas comunidades y son
menos los jóvenes quienes están optando por la vida sacerdotal, y año con año
se van ordenando uno, dos, tres sacerdotes para atender comunidades muy
grandes. ¿Por qué se está dando esto? Por la influencia de los medios, por el
estilo de vida actual y las ideas que han creado en ellos la familia y el
entorno (estudiar una carrera, realizarse profesionalmente, ganar mucho dinero,
tener casa, auto y comodidades, tener muchas parejas, una vida sexual activa,
la mala concepción de la Iglesia, pensar que se va a sacrificar mucho en ese
estilo de vida, la cultura de no donación hacia el otro, etc.). El reto de hoy
es hacer una buena cultura vocacional.
Un gran sector de la
población, en especial a los jóvenes, crucifica hoy a la Iglesia porque la
consideran como una imposición de conductas morales, ya que consideran que
imponer un Dios, unos mandamientos es una medida para controlar a los hombres,
que no es una institución actualizada con las tendencias actuales (uniones
homosexuales, aborto, eutanasia, vida sin compromisos) y siempre buscan
momentos para criticar la religiosidad popular, ciertas celebraciones, la vida
de los santos, etc. (esto lo vemos reflejados en las memes, en ciertos
comentarios de las notas y páginas católicas, etc.).
¿Qué podemos hacer?
Pareciera que la situación es muy desanimador y que nada podemos hacer y
llegamos a pensar que nuestro aporte no va a cambiar en nada. Partamos de lo
que vivimos en esta Semana Santa:
Jueves Santo: Has lo que
te toca hacer (si trabajas, estudias, estás en un apostolado o sirviendo en un
grupo) de la mejor manera. Que tu oración implique una aceptación total a la
voluntad del Padre.
Viernes Santo: Opta por
dar la vida, no me estoy refiriendo a que busques un martirio de sangre, solo
entrégate a los demás (escuchándolos, ayudándolos en alguna necesidad,
aportando algo bueno), deja huella en sus vidas.
Domingo de Resurrección:
Mantengamos la esperanza de una nueva vida, de que todo va a mejorar, si hoy
estás pasando por una etapa compleja, difícil, donde nada pareciera salir bien.
Jesús al resucitar le da sentido y plenitud a toda la Historia de Salvación. No
te desanimes, sigue cargando tu cruz cotidiana y en su momento experimentarás
tu momento de resurrección.
Y lo más importante: ora
por la Iglesia, por tu comunidad parroquial, por los grupos y movimientos que
hay, por tus sacerdotes, por aquellos que la juzgan sin fundamento y que la
condenan y por ti para que des testimonio y compartas lo que Dios ha hecho en
tu vida.